—Maldición —Evan maldijo al ver que las personas de la ciudad también habían comenzado a matarse unas a otras y su sangre se movía en dirección al portal del calabozo.
Convocó a los no-muertos sombríos de los demonios de sangre y les ordenó detener la sangre que se dirigía hacia el portal del calabozo.
Después de ordenar a los demonios de sangre que detuvieran la sangre, Evan se apresuró a entrar en la ciudad.
Cuando entró en la ciudad, vio que las personas se mataban entre sí como zombis sin mente. Quería detenerlos pero cuando recordó lo que había sucedido antes cuando intentó detener a las personas de matarse unas a otras, no hizo nada.
—Hay demasiadas personas. Incluso con la ayuda de los demonios de sangre, es imposible para mí detener toda la sangre que se dirige al calabozo —Evan se dijo a sí mismo y se frotó las cejas con frustración porque no sabía qué debería hacer en la situación actual.
