Anon ahora está sentado en su habitación en el Castillo Real y Kio está sentado frente a él, asustado y en shock.
—Ahora, dime algo... ¿Cómo te diste cuenta de mi presencia en este mundo? —preguntó Anon con una expresión seria.
—B-Bueno, el día que entraste en este mundo... Mi máquina detectó una gran oleada de energía e inmediatamente localicé tu ubicación —habló Kio con una expresión asustada.
—Hmm... ¿Una máquina que puede detectar oleadas de energía? —preguntó Anon con una expresión confundida.
—S-Sí... La hice yo mismo con la ayuda de un antiguo manuscrito —habló Kio.
—¿Tienes la máquina? —preguntó Anon.
—N-No, pero está en mi laboratorio en el Reino Escarcha. ¿Quieres que la traiga aquí? —preguntó Kio con una expresión emocionada mientras se levantaba inmediatamente del suelo.
—Siéntate o no tendrás piernas para volver a ponerte de pie —habló Anon con una expresión seria.
—S-Sí —habló Kio mientras se sentaba de nuevo inmediatamente.