—¿Kyle?
Constance se acercó, sus ojos seguían los intrincados patrones de escarcha que velaban la forma de Kyle. El aire estaba espeso de magia, y la divinidad se entrelazaba para contener la calamidad que le había sobrevenido a su amigo.
«¿Qué ha pasado aquí?», pensó Constance al observar la situación de Kyle. Sin embargo, después de no poder encontrar la razón, buscó inmediatamente a alguien que pudiera responder.
—Orden, ¿qué está sucediendo aquí? —La voz de Constance era una mezcla de preocupación y mando.
—Tampoco puedo decirlo con exactitud. Sin embargo, era un asunto grave. El Dios de la Muerte... Creemos que ha reclamado a nuestro maestro. Luchamos, pero nuestros esfuerzos fueron en vano... Kyle nos instruyó a sellarlo antes de que fuera demasiado tarde... —La respuesta del dragón fue un lamento lastimero.
—¿Qué?