Un día antes, mientras los primeros rayos del amanecer atravesaban el velo de la noche, Fe despertó con la suave calidez de la luz del sol filtrándose a través de la ventana de su cámara.
La tenue luz jugaba sobre su piel clara y se deslizaba sobre su cabello blanco fluyente, que yacía esparcido sobre su almohada como un abanico de seda.
Se levantó después de unos momentos, aparentando una normalidad completa a pesar de su naturaleza mitad inmortal, mitad espíritu...
Tras vestirse con indumentaria sencilla pero elegante, adecuada a su rango, Fe descendió al comedor, donde la esperaba una comida modesta. Comió con aprecio reflexivo mientras confirmaba que sus vidas diarias realmente habían mejorado mucho tras años de estancia allí.
—¿Es hoy cuando debo crear el Talismán Divino? —se preguntaba Fe, intentando recordar su agenda...