Stephanie no estaba bromeando. Tan pronto como terminó de hablar, comenzó a encogerse, volviéndose el pequeño gato negro que todos conocían. Luego subió al hombro de Wolfe y frotó su cara contra la de Sophie.
—Creo que necesito un minuto para asimilar todo eso. Quiero decir, mis padres eran horribles, pero lo que tú pasaste... —empezó Sophie.
—Detente ahí. No es una competencia. Ambas vienen de lugares difíciles, y ahora están aquí, y ambas entienden lo que es venir de un hogar así y entrar a un lugar donde se sienten cuidadas. La única diferencia es que Stephanie ha estado aquí más tiempo, y ha podido esconderse detrás del pelo de un gatito mientras conseguía el valor para hablar con los demás.
Stephanie le lanzó a Wolfe una mirada sucia por señalarla, lo que hizo que Sophie soltara una pequeña risa antes de recostarse de nuevo en los brazos de Wolfe.