La anciana le dio a Wolfe una sonrisa desdentada.
—Supongo que algunos demonios sí tienen sentido de la propiedad. Estaré agradecida de que hayas parado aquí primero y no hayas ido directamente a la gran ciudad para encontrarte con los Grandes Ducados primero. Buen trabajo, por cierto. Estamos contentos de tener a tantas personas buenas unirse a nuestro pequeño pueblo. Especialmente los hombres —dijo ella.
—Oh, ¿te has tomado un cariño por uno de ellos? ¿O quizás una de tus nietas lo hizo? —bromeó Wolfe.
La sonrisa de la anciana nunca cambió, pero una de las mujeres más jóvenes se sonrojó de un tono de rojo bastante intenso.
—Oh, así que así es la cosa. Felicidades. Tendré que ver si puedo enviar algo para la boda. ¿Cuándo está planeada? —dijo Wolfe en tono de broma.
—Fueron parejas arregladas desde que eran niños. Pero ahora que ambos están de vuelta en el pueblo, no hay razón por la que tenga que esperar por bisnietos ya —declaró el anciano felizmente.