El plan era simple. Iban a deslizarse sobre la línea de la cresta, eliminar silenciosamente al primer grupo de guardias y luego bombardear la plataforma petrolífera con la ametralladora que Wolfe había traído.
No era una instalación militar, así que Wolfe sospechaba que esto iba a ser un enorme ejercicio de exceso de fuerza, pero los locales estaban muy entusiasmados con ello, y dejarlos desbocarse con una ametralladora durante unos minutos ayudaría mucho más a la moral que unos cuantos tiros bien apuntados con un rifle.
—Primero, daré a todos un hechizo de armadura. Hay algunos amuletos en el avión, pero usaré mi propia magía para daros uno del mismo nivel, ya que hoy somos tantos los que vamos.
—¿Está bien para todos? —preguntó Wolfe.
—Adelante. Nadie se queja de recibir armadura mágica —Dali soltó una risita.