—¡No puedes hacer esto! Si lo haces, no sólo yo estaré en problemas, mis compañeros también serán arrastrados a un enorme lío. ¡Si realmente te instalas dentro de mí, me suicidaré a la primera oportunidad!
La mirada de Ali era resuelta, su dedo, cargado de maná, apuntaba directamente a su sien.
Un ligero aumento de maná haría que el haz de maná, fuertemente condensado, perforara su cerebro.
Ni siquiera una deidad podría salvarla entonces.
Esto planteaba un dilema.
Diabolos se rascó la barbilla, encontrando raro toparse con un sujeto tan intrigante para observar, y no deseaba que Ali muriera todavía.
Sin embargo, regresar con las manos vacías estaba fuera de discusión.
Encontrar tal anomalía en Ali y luego regresar sin nada que mostrar sería motivo de burla entre otros diablos.
¿Cuándo había sufrido Diabolos tal indignidad?
No, no, había que encontrar un compromiso.
Uno que Ali pudiera aceptar y que no le hiciera perder la cara.
¿Quizás reemplazarlo con un alma?