—Puedo sentir tu mana por todas partes en ellos. Parecen amarlo, esposo —dijo ella.
Sia se giró hacia él con una sonrisa antes de presionar sus carnosos labios contra los de él en un beso apasionado. Archer rápidamente correspondió, y poco después, ella se inclinó hacia atrás para agradecerle —Gracias por darme el orbe. Salvó muchas vidas, Arch.
—En cualquier momento, mi amor. Es la razón por la que les di uno a todos —explicó Archer.
Después de eso, los dos se separaron y caminaron hacia los soldados asustados antes de hacer señas a las criaturas sombrías para que los acercaran. Sia los observó entrar en pánico pero pronto se dio cuenta de que no estaban tratando de lastimarlos.
—Ustedes jurarán por el mana nunca revelar nada de lo que me vean hacer, o no me quedará más opción que matarlos a todos, ya que estas finas criaturas son mi arma secreta en las guerras venideras —habló él.