Halime se fundía en los brazos de Archer, saboreando sus caricias y palabras amorosas. Su clara muestra de afecto la llenaba con un sentimiento de pertenencia y profundizaba aún más sus sentimientos hacia él.
La pareja no dejaba que el rugido de los cuervos les molestara mientras miraban la pelea o los ojos de los otros espectadores. A Archer no le importaba expresar su amor por sus chicas frente a la gente porque no se avergonzaba de amarlas.
Mientras abrazaba a la chica serpiente, miró alrededor para ver la arena, a la cual había ignorado hasta ahora. El estadio circular era enorme, con filas de asientos que se elevaban hacia el cielo. Miles de personas llenaban las gradas, vitoreando y agitando banderas de diferentes colores y formas.