La sonrisa de Archer se ensanchó ante la aprobación de Sia. —Bueno, permíteme ayudarte con eso mientras dejas descansar a tus soldados.
Sia asintió aprobatoriamente, ordenando a las tropas que tomaran un descanso. Albert se acercó a Archer, envolviéndolo en un fuerte abrazo de oso.
—Mi nieto, es bueno verte —exclamó afectuosamente.
Él acogió el abrazo del anciano, permitiendo el abrazo sin resistencia. Se quedó allí, aceptando el gesto cariñoso.
Después de ser liberado, le sonrió calurosamente a Albert. —Vine a ver a Sia, pero también es bueno verte a ti, Abuelo.
Con esas palabras, abrió un portal resplandeciente hacia su dominio. Archer convocó a sus exploradores, los Tresimes, y les ordenó. —Vayan, amigos míos. Encuentren a esos esclavistas e informen.