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Archer escuchó la severa voz de Mia resonando en los oídos de Albert a través del dispositivo de comunicación.
—Albert, no vas a salir de la mansión, ni siquiera si el propio emperador lo ordena. No lo permitiré —declaró Mia severamente, como si regañara a un niño.
Sus palabras llevaban un sentido de autoridad, y continuó:
—Si el emperador te quiere, tendrá que pasar por mí primero.
El tono firme de Mia no dejaba lugar a discusión, demostrando su compromiso con proteger a Albert de cualquier cosa.
Una risita se escapó de los labios de Archer, atrayendo la atención de Sia y Albert. Sus ojos se abrieron sorprendidos al volverse hacia él.
Al oír la risita, la voz de Mia exigió a través del dispositivo de comunicación:
—¡Mi apuesto nieto! Tráeme al viejo para que pueda arrastrarlo de vuelta aquí y darle un pedazo de mi mente.
Archer atendió la petición de su abuela y lanzó Puerta hacia la mansión Silverthrone.