—Sentado una vez más —Archer esperó pacientemente el regreso de los Tressym. Los Hombres de Piedra recogieron eficientemente seis corazones de orco, que él guardó antes de despedirlos. Solo de nuevo, Archer se recostó sobre la raíz retorcida, su mirada se perdía hacia el cielo nocturno.
Las estrellas parpadeaban en lo alto, su brillo lo cautivaba. Estrellas fugaces surcaban la vasta extensión, dejando tras de sí un rastro hipnotizador de belleza, pintando el lienzo celestial con estallidos efímeros de radiancia cósmica.
Una contemplación callada lo invadió mientras maravillaba del tamaño del mundo en el que terminó. La idea de tierras inexploradas y reinos ocultos estimulaba su excitación. Con un brillo resuelto en sus ojos violetas, Archer quería explorar todos los diferentes continentes e islas.