Archer observó cómo Hemera interrumpía su contemplación, sus murmullos desvaneciéndose. Redirigió su atención hacia él, con la curiosidad brillando en sus ojos.
—¿Por qué estás sentado sobre un cofre? Especialmente con tal tesoro? —preguntó ella.
Él comenzó a reír mientras se levantaba y señalaba el cofre. —Lo siento, te estaba observando y no pude resistirme. Pero aquí puedes tener esto.
Archer abrió el cofre y tomó seis Gemas de Fuegopecado antes de deslizarlo hacia ella. Hemera rápidamente lo guardó en su anillo.
Ella lo miró con una gran sonrisa y habló con una voz llena de amor. —Gracias por el sexo y las gemas. Serán útiles para mis estudios. Tal vez quieras darle esas Gemas Lunares a Hécate.
Él rió cuando Archer oyó su agradecimiento, disfrutando de su falta de timidez. Hemera, observándolo, inclinó la cabeza interrogativamente.
Archer tomó su mano y sugirió, —Volamos a regresar ahora. Deberíamos tener nuestra próxima clase.