La directora del Colegio de Magia, Ophelia Fuegonegro, estaba de pie en un pulido atril de madera.
Sus túnicas moradas y negras fluían suavemente mientras iniciaba su discurso.
—Damas y caballeros, distinguidos académicos y nuestros estudiantes nuevos y antiguos —comenzó, con su voz llevando un tono de autoridad y elegancia—. Les doy la bienvenida al corazón del conocimiento y el poder, al bastión de las artes místicas que es el Colegio de Magia.
El público dejó de hablar entre sí mientras ponían atención a la directora.
—Nuestro colegio ha estado en el Imperio de Avalon durante siglos, formando a jóvenes magos y famosos caballeros mágicos. Muchos guerreros, brujas y magos famosos estudiaron en estas salas, y han realizado hazañas increíbles y alcanzado alturas que solo se soñaban.
Ophelia hizo una pausa, permitiendo que sus palabras calaran hondo. Sus ojos, de un profundo tono de violeta, escaneaban la habitación.