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El dependiente lo miró mientras le ofrecía ropa y habló. —Pruébatela, muchacho.
Archer asintió mientras las tomaba y caminaba hacia el cuarto al que el hombre mayor señaló. Entró y empezó a probarse la ropa.
Al ponerse la túnica, sintió el suave tacto de la tela contra su piel. Era lisa y lo acariciaba como una suave brisa.
Cuando ajustó la túnica sobre sus hombros, no pudo evitar notar lo bien que le quedaba, envolviendo su figura sin restringir sus movimientos.
Sus dedos trazaron las elegantes decoraciones violetas, los intrincados patrones eran un testamento a la artesanía puesta en la creación del atuendo.
Parecían bailar bajo su toque, cada espiral y curva se fusionaba a la perfección con el rico material negro.
Archer se giró hacia un lado, admirándose en el espejo. La túnica fluía elegantemente, sus líneas seguían su forma con precisión.