Ophelia Fuegonegro estaba sentada en un carruaje siendo llevada a un encuentro con el emperador acerca de un cierto chico al que él quiere que se una al colegio.
No lo aceptaría sin escuchar la razón del hombre, ya que los lugares en el colegio son difíciles de obtener últimamente.
Mientras el carruaje recorría la carretera principal, ella miró por la ventana mientras viajaban a través de una ciudad que parecía haber surgido de las páginas de un cuento medieval.
Los edificios que bordeaban las calles empedradas eran una fusión de fantasía e historia, creando un ambiente encantador y otro mundo.
Torres almenadas adornadas con trabajos en piedra intrincados se elevaban hacia el cielo, proyectando largas sombras sobre las calles bulliciosas.
Casas pintorescas con tejados de tejas y estandartes coloridos añadían un toque de apreciación a la escena.