La mirada de Archer se estrechó, su expresión se endureció mientras observaba la escena.
Los monstruos empapados en sangre se desgarraban los restos de sus víctimas con una ferocidad que rozaba la locura.
Sus ojos brillaban con un hambre predatoria, y sonidos guturales de satisfacción emanaban de sus gargantas mientras devoraban la carne.
Los demás en el grupo, congelados en shock e incredulidad, intercambiaban miradas horrorizadas. La mano de Teuila se aferraba a su boca, sus ojos grandes con una mezcla de terror e incredulidad.
La habitualmente confiada actitud de Sera vacilaba al ver todos los cuerpos mutilados por todas partes.
Los puños de Archer se apretaron, su rostro mostraba enojo y disgusto. Rápidamente pensó en qué hacer.
Las bestias humanoides eran salvajes y primitivas, sus apariencias una mezcla inquietante de humano y bestia.
Sus cuerpos musculosos llevaban las huellas de ambos mundos, con miembros fibrosos que se movían con gracia depredadora.