La anciana miró al muchacho de piel clara y dijo:
—100 monedas de oro, chico.
Archer sacó una bolsa llena de monedas y se la entregó a la mujer mientras recogía todos los libros de hechizos del puesto.
Después de comprar los libros, Archer y Sera fueron al puesto más cercano y compraron algunos pinchos de carne.
Empezaron a comer mientras se dirigían hacia la puerta norte. Al llegar a la puerta, notaron que había menos guardias de lo habitual.
Una vez que pasaron la puerta, fueron recibidos por hermosos pastizales expansivos, con un gran río fluyendo a través de ellos.
El camino no estaba lleno, pero se encontraron con algunos viajeros que los saludaban al pasar.
Archer y Sera continuaron su viaje, sus pasos los llevaban a través de pastizales exuberantes que se extendían hasta donde alcanzaba la vista.
El verde vibrante de la hierba bailaba con la suave brisa, creando un paisaje hermoso y tranquilo.