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Dos días después de reunirse con el Emperador, Sia emprendió un viaje hacia el sur con la legión Amanecerador. Intentó asegurar una Manaship, pero no había ninguna disponible, así que optó por montar a su leal corcel en su lugar.
A medida que emprendieron su viaje, el paisaje se transformó. Colinas ondulantes se extendían frente a Sia y sus soldados mientras viajaban hacia Alcance del Centinela en el Ducado de Campoestío.
El aire se llenaba con el dulce aroma de flores en floración, mezclándose con el olor terroso de la hierba recién cortada. Su camino serpenteaba a través de verdes praderas, donde arroyos sinuosos brillaban bajo los rayos dorados del sol.
Sia no pudo evitar sentir una sensación de paz que la invadía mientras el sonido del agua calmaba su mente. Se maravillaba al ver delicadas libélulas revoloteando, sus alas iridiscentes captando la luz.