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—Muévanse hacia ese gran árbol, va a ser peligroso así que tengan cuidado y solo ataquen cuando sepan que estarán a salvo —les dijo a las dos chicas.
Ambas chicas dudaron pero terminaron asintiendo y se dirigieron al árbol mientras él las observaba.
El estruendo se detuvo, Archer giró la cabeza y los ojos se le abrieron de par en par al ver lo que estaba allí parado con una mirada de ira en su rostro.
Frente a él había un gigante de 15 metros de altura. Su forma musculosa estaba cubierta de una piel rugosa y curtida, parecida a piedra envejecida.
Un cabello grueso y nudoso caía por su espalda, pareciendo lianas enredadas colgando de un árbol poderoso.
Los rasgos del gigante eran aguerridos y marcados, con ojos rojos hundidos que brillaban con una intensidad indomada.
Sus fosas nasales se dilataban al respirar, liberando ráfagas de aire caliente que llevaban el olor de la tierra y la naturaleza salvaje.