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Las festividades continuaron durante horas, permitiendo a Archer y Ella tiempo para socializar con la familia de Teuila y mezclarse con nobles de todo el Reino Acuariano.
Al caer la noche, se les ofreció alojamiento dentro del palacio.
Ella y Teuila decidieron compartir habitación y convencieron a la siempre perezosa Sera de unirse a ellas, despidiéndose de Archer con besos en su mejilla.
Poco después de su partida, el agotamiento lo venció, y Archer sucumbió a un profundo sueño.
Archer disfrutó de un sueño reparador, libre de las inquietantes pesadillas que antes lo habían atormentado.
Con la llegada de los primeros rayos de la mañana, atravesando la ventana, comenzó a despertar de su tranquilo letargo.
Fue recibido por una suave brisa que entraba en la habitación, llenándola con un aura refrescante.
Con un bostezo somnoliento, Archer se bajó las piernas de la cama y estiró su cuerpo, amando los satisfactorios crujidos que emanaban de sus articulaciones.