Cincuenta buscadores de tesoros formaron un valiente grupo, aventurándose en una expedición a la ciudad maldita de Frostholm.
Su misión les fue encomendada por un noble del Ducado de Frostwyn, quien les había proporcionado una pista prometedora.
Susurros dentro del gremio sugerían una tesorería oculta de miles de monedas de oro, gemas preciosas y las raras piedras de mana en bruto escondidas en lo más profundo de Frostholm.
Dentro de las filas de los buscadores de tesoros, un par de jóvenes gemelas misteriosas captaron la atención de muchos cazadores, cada gemela poseía su propio encanto cautivador.
Una gemela poseía una hipnotizante melena de cabello negro obsidiana que caía en dos coletas, y sus penetrantes ojos verdes parecían ocultar profundidades insondables.
La otra gemela lucía una cabellera dorada que fluía en bucles enmarcando ojos rojos cautivadores, brillando con un atractivo enigmático.
Ambas gemelas tenían coletas gemelas a juego que añadían a su encanto.