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Un siglo antes del nacimiento de Archer, Draven Matadragones, uno de los pocos supervivientes que fue testigo de los espantosos eventos que se desplegaron, escribió el inquietante relato de la Perdición de Frostholm.
Hace mucho tiempo, una ciudad se anidaba en un gran valle en la parte norte del Imperio de Avalon. Esta extraordinaria ciudad existía tanto en la superficie de la tierra como en el subsuelo. Representaba un testimonio de la coexistencia de sus habitantes.
Frostholm era un faro de comercio y fortaleza en el norte. Estaba fortificada por gigantescas murallas y protegida por las heladas corrientes del Río Shadowflow.
Durante siglos, se había mantenido como el poderoso baluarte del Ducado de Frostwyn, defendiendo fervientemente al imperio contra amenazas implacables.