Archer blandió la masiva espada contra los tres caballeros más cercanos intentaron defenderse contra la imparable fuerza.
Pero todo fue en vano, ya que la espada se abrió paso a través de sus armaduras y cuerpos como un cuchillo caliente cortando mantequilla, dividiéndolos por la mitad con facilidad.
El aire estaba espeso con el hedor de sangre y entrañas, mientras Archer soltaba una risa maniaca, sus ojos brillando con completa locura.
Él siguió balanceando, abatiendo caballeros a izquierda y derecha, dejando a su paso un rastro de carnicería. La masiva hoja se llevó la vida de muchos caballeros de la iglesia.
Leonard, Ksara y el Diácono se quedaron petrificados en el mismo sitio, sus mentes abrumadas por el shock y la incredulidad mientras veían a decenas de hombres caer mientras Archer balanceaba su espada.
Era como ver a un niño balanceando un palo, excepto que las consecuencias eran mucho más mortales.