Afortunadamente, no les bombardearon por mucho tiempo y les dejaron comer. Sin embargo, a pesar de todo, algunas personas aún los vigilaban mientras comían.
—¿Está bueno? —preguntó una madre que había perdido a su hijo a Jisung.
—¡Sí! —exclamó Jisung—. Hacía tiempo que no comíamos así.
—¡Ay, qué tierno! —exclamó la mujer.
—Ustedes sí que saben comer —intervino otro hombre—. No se contengan. Sé que Ramil los está matando de hambre.
Asintieron colectivamente, provocando las risas de los aldeanos.
—Aigoo, sigan comiendo, pequeñitos. ¿Cuánto tiempo llevan queriendo carne?
—Mucho tiempo —murmuró Casper, al borde de las lágrimas.
—Me siento muy mal por ellos.
—Ahora, no estoy tan enfadado por lo de June robando esos pastelillos. Yo hubiera hecho lo mismo.
—¡Ni siquiera está confirmado! Los demás también le han pedido disculpas.
—¿Alguien más se pregunta cómo lograron terminar la misión, aunque sea?