Como Alex había prometido, la deuda fue saldada en menos de una hora y Hae-won finalmente pudo suspirar aliviada. Sin mencionar que tenía un buen fajo de dinero escondido de su marido que le permitiría ahorrar cómodamente para que su familia no tuviera que pasar por apuros económicos.
Mientras Hae-won pensaba cuidadosamente en cómo le pagaría a Alex por tan generoso regalo, su marido, como era de esperar, tramaba algo malo. Estaba en su teléfono jugando a las tragamonedas, y hasta había gastado su último dólar, solo para perder de nuevo.
El hombre prácticamente aulló como un hombre lobo cuando se dio cuenta de que estaba, una vez más, completamente sin dinero. Tenía que conseguir dinero extra, y rápido. Si no, nunca podría compensar sus pérdidas. Mientras Hae-won estaba ocupada horneando galletas con una sonrisa en su rostro. Su marido había comenzado a buscar por toda la casa algo que tuviera algún valor, y que pudiera empeñar para obtener algo de dinero para apostar.