—El yate viajaba a través del Mar de Japón con impunidad —comenzó la narración. El clima estaba soleado y despejado, sin señales de tormentas, y Alex estaba rodeado de una variedad de hermosas mujeres. Con una cerveza en una mano y las perfectas tetas de Sakura en la otra, estaba disfrutando de su vida como nunca. Especialmente después de que el barco se detuviera para que las mujeres pudieran cocinar un festín.
Alex se recostó y disfrutó de la vista de cinco hermosas damas en sus bikinis, mientras trabajaban juntas para prepararle una comida. Su yate no era el más grande del mundo. De hecho, era bastante pequeño según los estándares de los súper yates. Pero era rápido, más rápido que la mayoría.
Mientras Alex estaba sentado en el sofá en la parte trasera del yate y observaba a sus mujeres cocinar para él, sus dos invitadas se acercaron a él. Para entonces, ya se habían cambiado a sus bikinis, los cuales eran mucho más modestos que los que llevaban sus mujeres.