Aterrizar en Omán como un hombre buscado por la Familia Real e intentar pasar sus aduanas era prácticamente una misión suicida. Era un acto absolutamente insensato. Uno que normalmente sin duda resultaría en la muerte de uno.
Dicho esto, Alex era un maestro del disfraz, sin duda gracias a las recompensas que el sistema le había otorgado. Debido a esto, Alex tenía la habilidad de pasar sin igual por cualquier control de seguridad con una identidad falsa.
Así, en el momento en que el plan de Alex aterrizó en la Capital de Omán, y la seguridad revisó su pasaporte. Esta vez se hacía pasar por Roland Beran, un ciudadano y hombre de negocios de la República Checa. Una vez más Alex logró pasar la seguridad de una nación potencialmente hostil sin despertar la más mínima sospecha de las autoridades.