Nari acababa de terminar la práctica de judo por el día. Aún así, mientras todos los demás se duchaban y se iban a casa, ella tenía que limpiar. Fueran las colchonetas o los vestuarios, como capitana del Club de Judo, consideraba que era su responsabilidad mantener el lugar.
Justo estaba a punto de encargarse de las colchonetas cuando una voz la llamó. Al principio estaba irritada porque alguien la interrumpiera ahora, bien pasado el horario adecuado. Pero cuando se dio cuenta de a quién pertenecía esa voz engreída, la joven atleta se giró en shock.
—¿Llego muy tarde para jugar? —preguntó Alex.
Nari miró a Alex con asombro. Había pasado bastante tiempo desde la última vez que estuvieron juntos. Cada aspecto de su cuerpo quería correr hacia él y saltar a sus brazos. Pero cuando se dio cuenta de que él había estado de parranda con otras mujeres, simplemente puso morros y cruzó los brazos, sin siquiera mirar al hombre.