Alex se teletransportó inmediatamente de vuelta a la casa de Aisha, o al menos a la casa que había comprado para ella. Cuando la encontró, ella estaba sentada en el sofá disfrutando de una copa de vino mientras veía una de las peleas de Alex.
Decir que se sorprendió al ver aparecer a Alex casi de la nada sería quedarse corto. Pero a pesar de eso, lo saludó de inmediato.
—¡Maldita sea, Alex, me has asustado un montón! ¿Qué diablos estás haciendo aquí? ¿No tenías asuntos que atender? —preguntó ella.
Alex, sin embargo, no estaba de humor para responder preguntas. Más bien, tenía varias preguntas propias para la joven.
—Aisha, no me digas que has estado en contacto con tu padre después de descubrir que tengo una herencia real —dijo él.
Aisha estaba confundida sobre cómo Alex se había enterado de este hecho, pero no intentó ocultarlo y le aseguró que efectivamente había hecho justo eso.
