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Con una 1911 dorada en una mano y la otra aferrada a la muñeca de Nina, Alex guiaba a la joven a través de los pasillos de su escuela, aterrorizando a todos los que presenciaban su desesperado intento de escape y su posición asediada.
Pronto fue claro para Alex que sus peores temores se habían hecho realidad. El escuadrón de la muerte de la CIA, que había sido enviado para deshacerse de una pequeña rata molesta que se había infiltrado en sus sistemas, pronto recibió nuevas órdenes.
Alex se había revelado en una posición vulnerable, y ahora sus órdenes eran eliminarlos a ambos a cualquier costo. Por esto, Alex frecuentemente devolvía fuego a aquellos operadores que le disparaban, matándolos en el proceso con un nivel de precisión que era inesperado por el enemigo.
