—Carmen sintió entrar el enorme falo de Alex en su húmedo coño y, a pesar de su enorme tamaño, no hubo dolor. En cambio, una abrumadora sensación de placer afectaba su cerebro. Casi como si acabara de probar la droga más placentera del planeta.
En lo que respectaba a las habilidades especiales de Alex, que le habían sido otorgadas por la Reina de Corazones a cambio de conquistar a una heroína. Era casi como si la mujer estuviera experimentando el sexo más placentero imaginable a la vez que se encontraba en un éxtasis.
Era algo que Carmen nunca había experimentado antes, pero del que se enganchó casi inmediatamente después de que Alex hubiera empotrado con fuerza su pene dentro de ella. Y mientras Alex la follaba como un toro reproductor, chupaba sus grandes pechos como si intentara ordeñarla.