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Isabella estaba a punto de ver la colección de videos privados de Alex por la que había pagado una fortuna cuando la puerta de su habitación se abrió de golpe revelando a su hermanastro mayor, Ángel. Isabella ya había cargado el video en la pantalla de su ordenador, y este se reproducía de fondo mientras miraba a su hermano con horror.
El guapo y malvado joven príncipe de las drogas miró a su hermana menor con una expresión de disgusto en su rostro al ver lo que estaba viendo, y de inmediato exigió que le entregara todos sus dispositivos que pudieran conectarse a internet. No había furia en su voz, pero Isabella sabía por experiencia que el hombre estaba absolutamente enfurecido de que ella viera tal cosa.
—Isabella… entrégame todos tus electrónicos… ahora…