Después de escapar de su cerco Amahle marcó el número de teléfono de La Madre, donde inmediatamente comenzó a regañar a la mujer por causar semejante error táctico.
—¡Qué diablos Selena! ¡Me dijiste que mi trabajo era sencillo! ¡Acabar con esa obesa mierda y escapar a la zona de extracción donde un helicóptero estaría esperándome! ¡Pero no había ningún puto helicóptero! ¡Estaba atascada con el pulgar en el culo, rodeada de hostiles! ¿Y enviaste solo a un puto tío para sacarme de ese lío? —exclamó Amahle visiblemente enfadada.
La voz de Selena era tan tranquila y seductora como siempre. No temía en lo más mínimo a la asesina independiente, y en cambio, le hablaba como si fuera una simple niña.