Aunque Alex no tenía manera de saberlo, Richard había puesto un precio de cinco millones de dólares sobre su cabeza. Un contrato abierto que cualquiera que estuviera remotamente al tanto podría intentar reclamar. Esto significaba que cada pistolero en la ciudad, y no solo Amahle, estaba tras el pellejo de Alex y de Diana.
Por supuesto, Richard lanzaba dinero al aire como si no tuviera significado para él, contrataron profesionales auténticos como Amahle para que también se cobraran sus vidas. Pero él no era el tipo de hombre de apostarlo todo a una sola carta, y por eso, Alex estaba siendo seguido por algunos individuos bastante desagradables mientras conducía a Emily a casa.
Esto fue algo que él se dio cuenta inmediatamente y rápidamente cambió de dirección, alejándose de la casa de Emily. Dónde se dirigía realmente, solo él lo sabía. Pero Emily notó este cambio repentino y le preguntó a Alex qué estaba haciendo.
—Alex, ¡pasaste la vuelta! ¿Qué estás haciendo? —preguntó Emily.