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—¿Vamos a echar un vistazo? —preguntó.
—¡La decisión correcta! —exclamó Nula.
Nula parpadeó y aceleró el paso, guiando a Howard.
—Esto... ¿es a lo que te referías con mi "viejo amigo"? —preguntó Howard con incredulidad.
En el pequeño patio donde Nula estaba temporalmente, Howard conoció a su supuesto viejo amigo.
—¿Estás bromeando? Aunque este perro blanco parece bastante extraordinario, ¿cuándo me convertí en su viejo amigo? —preguntó Howard, aún más confundido.
Con un tic en el ojo, Howard observó al gran perro blanco en mitad del patio, que medía más de un metro de alto incluso agachado, y suspiró.
—¿Cómo se llama? —inquirió.
Howard notó que el perro blanco lo miraba con una expresión confundida, como si estuviera reflexionando y dudando sobre algo, revelando un atisbo de pensamiento.
—Blanco, ese es el nombre que le dio su dueño. —respondió Nula.
Howard dio un par de pasos hacia adelante y llamó:
—Blanco.
El gran perro blanco empezó a retroceder.
¿Es tan tímido?
