—Bosiden llegó, vestido con atuendos que desmentían su rango —un sombrero de piel de oveja descansaba en su cabeza, una chaqueta de cuero marrón se ajustaba estrechamente a su figura y unos pantalones negros completaban el disfraz de un mercader.
—Alrededor de la habitación estaban Nora y sus doncellas, cuya presencia era un testimonio silencioso de la solemnidad de la ocasión.
—Howard, con un gesto sutil, hizo señas a una de las doncellas que prontamente sirvió una taza de café, cuya temperatura había sido perfeccionada a un cálido alivio.
Extendiendo la mano hacia Bosiden, Howard ofreció:
—Un capuchino, espero que sea de su agrado.
—Bosiden asintió en agradecimiento, un gesto silencioso de gratitud hacia Howard.
—Agarrando el asa de la taza, dio un sorbo al capuchino, su expresión revelando un disfrute genuino de la bebida.
—Delicioso —comentó.
—Entonces Howard se inclinó hacia adelante, su voz transmitiendo una mezcla de curiosidad y anticipación: