Una ola interminable de fatiga barrió a Jelia, quien abrió su boca mientras la oscuridad engullía su visión.
El último sonido que escuchó fue algo golpeando el agua, creando ondulaciones.
...
La conciencia se sentía como si estuviera pasando a través de un largo túnel, con deslumbrantes puntos de luz a lo lejos.
Parecía moverse pero sin avanzar para acercarse.
Girando, retorciéndose, la conciencia se deformaba bajo alguna fuerza externa, algo siendo grabado en ella y luego otra cosa siendo borrada.
¿Eran... recuerdos?
Jelia empezó a recuperar gradualmente la conciencia, intentando percibir su entorno.
Y mientras lo intentaba, abrió los ojos.
Lo primero que recibieron sus retinas fue la luz suave y brillante y el techo puro y blanco, cuyos límites eran indistinguibles.
—¿Lo logré? —Esta pregunta cruzó la mente de Jelia, luego fue afirmada por la realidad.
—¡Lo logré! —Había salido exitosamente de aquella caverna.