Atticus lo vio todo. El momento en que Ozeroth abrió los ojos. El momento en que Ozeroth aprendió a hablar por primera vez. El momento en que Ozeroth tomó una vida por primera vez.
Los recuerdos eran interminables, pasando por la mente de Atticus a un ritmo vertiginoso. Sin embargo, para él, se sentía como si el tiempo se ralentizara, como si estuviera viendo una película vívida e interminable desplegarse ante sus ojos.
Para Atticus, era hermoso.
En los breves momentos en que había interactuado con Ozeroth, Atticus había discernido dos cosas: Ozeroth era orgulloso hasta el núcleo, y era poderoso más allá de toda comprensión.
Pero ahora, Atticus vio más allá de la presencia abrumadora. Vio más allá del orgullo y del poder, profundizando en quién era realmente Ozeroth.
Un ser que quería estar en la cima.
Incluso mientras el cuerpo de Atticus se desgarraba y se reconstruía de nuevo, una leve sonrisa cruzó sus labios. Estaba emocionado, más emocionado de lo que jamás había estado.