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Después de salir de su estado depresivo, Atticus expresó su gratitud a Grimestone y dirigió su mirada a la pizarra que acababa de grabar.
Las palabras emitían un resplandor rojo profundo y estaban profundamente incrustadas en la pizarra. Al levantarla, Atticus notó que su peso no había cambiado significativamente; la única diferencia eran las palabras rojas brillantes en la pizarra.
Infundió mana en la pizarra, provocando que el resplandor rojo se intensificara. Luego la lanzó al aire por encima de él, y la pizarra se desmoronó, formando inmediatamente un escudo rojo transparente que lo envolvió.
Atticus observó detenidamente el escudo. «Interesante, esto tiene un enorme potencial y requiere muy poco mana para activarse. Mientras cree las runas con antelación, debería poder usarlo eficazmente en batalla», pensó, su mente bullendo con ideas sobre cómo aprovechar esta nueva habilidad para mejorar su pericia en combate.