Durante los pocos días de su recuperación, Magnus no había visitado a Atticus. Sin embargo, Atticus no sentía ninguna ira o resentimiento por ello. Aún podía sentir la presencia del hombre, como si la mirada de Magnus pudiera alcanzarlo incluso dentro del espacio cerrado de su habitación.
Atticus abandonó sus aposentos y se dirigió a la sección superior de la aeronave.
Por el camino, habló brevemente con Amara y otros miembros de la tripulación. Todos habían oído sobre su condición y le habían hecho una visita para verificar cómo estaba.
No fue hasta que vieron con sus propios ojos que realmente estaba bien que cada uno de ellos se relajó.
Atticus les había ayudado a recuperar su chispa perdida, y lo último que querían era que él encontrara su fin.