Esas eran las últimas cosas que Atticus quería que sucedieran. De hecho, ni siquiera estaban en la lista; no quería que sucedieran nunca.
—Debe ser la forma en que mi cuerpo me advierte sobre las consecuencias de usar demasiado mi voluntad —dedujo Atticus. Sería un tonto si no entendiera lo que estaba pasando. Y ni que decir que Atticus no quería que ninguna de esas escenas sucedieran, en un millón de años.
—Mensaje recibido alto y claro.
Atticus se concentró en calmar su estado de ánimo, repitiendo esas palabras constantemente, y después de unos momentos que le parecieron una década, los verdaderos ojos de Atticus se abrieron parpadeando, su forma moviéndose ligeramente.
Su mirada se encontró instantáneamente con una multitud de estalactitas colgando del techo.
—¿Dónde estoy?
El cuerpo de Atticus se movió, usando su mano como apoyo para sentarse derecho.
—Mierda.