Aurora estaba sola dentro de la enorme habitación, de pie frente a un gran espejo mientras miraba su reflejo.
Con ambas manos sostenía el pendiente que Atticus acababa de darle como si fuera un tesoro invaluable.
Este pendiente en su oreja demostraba que lo que sintió ayer no fue una mentira. Durante su sueño, había sentido una presencia reconfortante que inicialmente pensó que era su padre, pero considerando los acontecimientos que se desarrollaban, estaba claro que era Atticus.
Aurora sabía por la manera en que Atticus se había comportado que él se sentía culpable de que la hubieran atacado porque querían llegar a él.
Y aunque este pensamiento siempre había estado en su mente, este hecho solo lo solidificaba. La hacía sentirse aún más… inútil.
«Soy una carga», pensó Aurora mientras sostenía fuertemente el pendiente. Esto era lo último que quería ser, especialmente para alguien a quien apreciaba mucho.