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—¡Oye, por quién nos tomas, por tontos! —gritó el zumbido en el oído de Zeras mientras levantaba la vista hacia los extraterrestres esbeltos que ahora estaban de pie frente a él, sus ojos parpadeando en rojo.
Habían devuelto a Zeras su frasco con la condición de que abandonara el área, a lo que él accedió, pero en lugar de eso, tomó el frasco y fue a sentarse.
—¿Qué se suponía que significaba eso? —En esencia, Zeras les estaba llamando tontos por haberle creído.
—No los tomo por tontos... —les dijo Zeras mientras se levantaba lentamente bajo la atenta mirada de los oscuros extraterrestres esbeltos.
—Sé de hecho que todos ustedes son tontos —completó, haciendo que sus ojos parpadearan en shock. El bastardo frente a ellos se atrevió a responderles.
—Entonces me pides que me vaya y tengo que obedecerte porque me diste el frasco que ni siquiera es tuyo, ¿ni estaba destinado a serlo?