Justo frente a él había un templo, aparentemente hecho de extrañas maderas multicolores, y con las estatuas de dos grandes gatos multicolores colocadas ante él.
Sin necesidad de que nadie se lo dijera, ya podía sentir el aura que emanaba de las estatuas y hasta del templo mismo.
Era tan familiar con las auras de los gatos del Vacío que había avistado en el reino dividido por el que había cruzado antes de entrar en el reino superior.
—Esta es nuestra herencia del Gato Vacío Sangriento. Construida con las manos de nuestro propio primer sacerdote, con sus manos manchadas con la sangre de aquellos que han hecho mal a nuestro progenitor, la raza del Gato del Vacío, y aquellos que han luchado contra la injusticia —dijo el sacerdote cuando Zeras notó que Esponjoso de repente saltó de su hombro y caminó hacia la puerta del templo.
—Parece que tu compañero también puede sentir el aura... —dijo el sacerdote mientras Zeras fruncía el ceño y seguía al sacerdote hacia el interior del templo.