—Verás, soy un comerciante justo y me gusta que la gente conozca mis valientes esfuerzos para obtener el mapa antes de entregárselo...
—Como ya sabrás, la ubicación de la Torre de Dios es mayormente conocida por los habitantes de este mundo, y como también sabrás, realmente nos odian. Como el odio entre una cabra y un león... —dijo exasperado.
—No lo negaré —respondió Zeras—, él también había sido víctima de eso hace unos minutos.
—Bien. Así que para obtener este mapa, podría literalmente compararse con ir al infierno y pedirle a Yama el alma perdida de tu madre y regresar vivo para contarlo. En resumen, requirió mi arduo esfuerzo. Con eso, hizo que este mapa sea un objeto de muy alto valor. Y podría recordarte que el que posee la dirección a la Torre de Dios antes de que la torre aparezca ya tiene la mitad de la batalla ganada. Así que definitivamente quieres tener esto...
—Dime tu precio... —Zeras lo interrumpió, entendiendo ya hacia dónde iba el joven.