—Eh, jefe —Kenji insistió después de que Zeras cerrara los ojos y permaneciera en silencio, su mano izquierda sosteniendo firmemente su brazo derecho, con extrañas venas por todo su rostro.
—Huuuuuu —Un fuerte exhalar resonó mientras un vapor oscuro emergía del brazo de Zeras, dispersándose en el viento.
Su brazo derecho cayó sin fuerzas detrás de él, haciendo que colapsara en el sofá por el agotamiento.
—Inutilizó mi brazo a pesar de que yo era el que atacaba. Y pasó energía de la muerte a él, algo que habría convertido mi mano en polvo si no hubiera tenido tres minutos para limpiarla. No cabe duda de que ella puede exterminarme con seguridad. Y puedo percibir que los otros dos restantes no son menos fuertes que ella, con ese viejo rojo sin duda siendo más fuerte que ellos.