El suelo bajo Zeras estaba envuelto en miles de grietas mientras levantaba sus cansados ojos hacia los pies que cubrían toda su visión.
Cansadamente, Zeras alzó sus manos hacia ellos, con la intención de bloquearlos.
Pero, ¿a quién intentaba engañar? La pierna pesaba más que un millón de su peso y sin duda lo aplastaría hasta dejarlo medio muerto.
Pero estaba demasiado cansado, no físicamente, sino mentalmente. Había encontrado todo sin sentido. Sin embargo, quería detener el destino de ser aplastado.
—Eso es lo que está mal conmigo... —Zeras reflexionó en voz alta.
—No me gusta esta forma de vida sin sentido, este ciclo de hacerse más fuerte y luchar sin fin. Pero tampoco me atrevo a detenerme porque tengo miedo.
Miedo de ser aplastado por el mundo. Soy justo así.
No encuentro sentido en luchar contra él por más tiempo, pero tampoco quiero ser aplastado por sus pies.