La sangre goteaba de las heridas, tiñendo la lanza en su pecho de rojo mientras Zeras yacía allí, con la cabeza inclinada, riachuelos de sangre goteando hacia abajo.
Y con desdén frío, volvió a caminar hacia su trono mientras la sonrisa de Hades se ensanchaba en burla...
—Aunque era verdaderamente fuerte, ¡todavía no está sin sus límites! —pensó Hades en su cabeza, pero su rostro y el del diablo repentinamente cambiaron cuando volvieron su atención hacia la pared, que mostraba a Zeras levantando su brazo izquierdo ensangrentado y agarrándose de la lanza que atravesaba su pecho...
Y con un gruñido doloroso, lentamente arrancó la lanza de su pecho y esta descansó en las propias manos de Zeras mientras se ponía de pie, a pesar de tener un hueco enorme en su pecho...